El pasado jueves pájaros, abejas y gatos bajamos al centro de Santander a visitar el Museo de Prehistoria de Cantabria.
En él aprendimos cómo vivía en hombre prehistórico, que en el fondo era muy muy parecido a nosotros (nosotros también somos homo sapiens sapiens como muchos de los que poblaron las cuevas de nuestra comunidad durante miles de años). Hasta el neolítico era nómada y se desplazaba buscando comida. Buscaba un lugar tranquilo cerca de un río en las épocas cálidas (donde tenían agua y animales que cazar) y una cueva confortable (con entrada ancha que les protegiera para acampar, orientada al Sur, accesible para niños, ancianos y cazadores cargados con presas…) durante las glaciaciones. La cornisa cantábrica estuvo siempre muy poblada porque no hacía mucho calor en la época cálida ni mucho frío cuando medio planeta se congelaba.
También hemos visto algunas de las herramientas que utilizaba para cazar y pescar, coser… que fabricaba con piedras, palos, resinas (como pegamento) y tendones y fibras vegetales (como cuerda), así como las prendas con las que se vestía y adornaba. ¡Llevaban collares y elementos decorativos como lo hacemos nosotros! Incuso había “chulitos” en la tribu que se distinguían por sus “medallas de caza” (no cualquiera podía lucir un oso).
Hemos aprendido muchísimo, paseando por el paleolítico, neolítico, edad de los metales… ¡e incluso hasta la llegada de los romanos! Muchas gracias al museo por recibirnos con tanto cariño y a pájaros, abejas y gatos por haberse portado tan y tan bien. ¡Nos merecemos un felicito!